(Ricardo Marin - La Nacion)
Dulce amor estrena lo que podría ser una nueva categoría genérica en la televisión: la tira modular. Una telenovela que adapta sus marcas de género de acuerdo con el horario en que sea ubicada en la grilla del canal que la emite. Melodrama, si su destino es el de buscar su público en el horario de la siesta, comedia costumbrista, si se le asigna la misión de subir el rating en el horario de la sobremesa luego de la cena familiar.
Como esta última es la función que tiene asignado este nuevo producto de la factoría Estevanez, sobre la base del culebrón vespertino, que es marca de fábrica de la productora, la propuesta incorpora una serie de elementos que lo asemejan a las novelas que suele emitir casi en el mismo horario la emisora que compite con Telefé por el liderazgo de audiencia. A la historia central que ronda alrededor del triángulo amoroso que se formará entre Victoria (Zampini), Lorenzo (Cernadas) y Marcos (Estevanez) cuando la esquemática empresaria suelte sus instintos y prefiera la desfachatez llena de vida de su chofer, en lugar de la artificiosa vida que le propone su otro pretendiente, se le suman una catarata de cruces románticos en un elenco coral con personajes para todos los gustos. A la dureza de las historias propias del melodrama, esta propuesta la ablanda con una batería de toques de comedia que la hacen mucho más digerible para el nuevo horario en que se emite la tira. Entre esos toques de comedia resaltan los trabajos de Georgina Barbarossa que se mueve en su salsa dentro del personaje de señora sencilla de barrio que se las rebusca, dando clases de danza o haciendo cualquier otra cosa, para que a los suyos no les falte lo indispensable. También el personaje de Nico Riera, un pícaro de nuestros días que se dedica a inventar situaciones para hacerse de unos pesos de manera indebida, que resulta un hallazgo de originalidad en la galería de personajes de la historia. Y, sin lugar a dudas, al tono de comedia aporta el mayordomo gay que compone Jorge Sassi, un personaje que, lejos de caer en el estereotipo ni en el humor discriminatorio, muestra una serie de facetas que lo llenan de gracia, atractivo y hasta le aportan una pizca de misterio.
Por otro lado, en el desarrollo del conflicto dramático los personajes de Juan Darthés y Laura Novoa y la actuación que hacen ellos de los mismos resultan adecuados. No es el caso de la empresaria que compone Carina Zampini, que resulta despareja y no encuentra el tono correcto oscilando entre la dureza extremada (con cierta sobreactuación por parte de la actriz), cierta postura en algunas situaciones, que la muestran hasta con cierta ingenuidad o demasiado permisiva con sus empleados. Algo similar ocurre con la madre a la que representa María Valenzuela, a la que la actriz no termina de hacerla del todo convincente. El caso del personaje de Sebastián Estevanez es una cuestión aparte. Si bien el Marcos que compone trae grabados todos los clichés del estereotipo de muchacho-de-clase-baja-con-poca-educación y los guionistas ponen en sus labios un catálogo completo y ampliado de frases hechas, el personaje resulta gracioso y funcional al tono de comedia, aunque estará en problemas cuando tenga que asumir su lugar de galán.
Sin definición genérica, con una trama liviana y los lugares comunes más comunes de los culebrones más simples, Dulce amor se gana su lugar en el prime time por su producción, el tono de comedia y la variedad de su propuesta coral.
16,6
Puntos de raiting hizo anteayer, segun Ibope. Fue lo más visto del día. El promedio de la primera semana fue de 15,7 puntos..